Ayer me crucé con un tipo en el súper que iba hablando solo.
Bueno, igual estaba con los AirPods y con las greñas no se veían.
O igual estaba diciendo en voz alta lo que muchos pensamos por dentro:
“Este mes no sé ni cómo he llegado.”
Y no sé si lo decía por la cesta, por su cuenta o por la vida en general.
Pero lo entendí perfectamente.
Porque cuando tu negocio es una montaña rusa, una de esas jodidas de feria que te dejan con el estómago en la boca.
Con la cabeza dando vueltas.
Mirando la cuenta el día 28 y diciendo “bueno, al menos este no he palmado”.
Feliz lunes, por cierto.
Te hablo a ti. Que llevas dos años así.
Una buena racha, luego baja.
Entonces te agobias, haces un lanzamiento exprés, subes, te relajas… y otra vez para abajo.
Lo que facturas un mes se evapora al siguiente.
Ese puto vaivén emocional es desesperante.
Y ni tan mal, si no fuera porque eso se nota en todo.
En cómo duermes. En lo que comes. En cuándo dejas de comer.
En cómo te hablas a ti mismo.
En cómo le sueltas borderías a tu pareja sin venir a cuento.
Es agotador.
Pero lo más jodido ni siquiera es eso.
Lo más jodido es que lo normalizas y te acostumbras.
Te acostumbras a que haya meses malos.
Te acostumbras a improvisar.
Te acostumbras a vivir con el runrún constante de “a ver si entra algo esta semana”.
Pero que te acostumbres no significa que sea normal.
Ni que tenga que ser así.
Porque hay otra forma.
Una que no es tan épica, ni tan sexy, ni tan aplaudida en redes sociales infernales.
Pero que funciona.
Que te da recurrencia, estabilidad y libertad de verdad.
Que hace que cuando estás en el súper no estés haciendo cuentas mentales, sino eligiendo entre sushi o croquetas.
Esa forma se llama membresía y te la explico bien en este material:
MEMBRESÍAS SALVAJEMENTE LIBRES — 130€
(hasta el viernes 17 a las 23:59h que sube a 140€)
PD: Te lo digo como lo siento:
Si has montado un negocio para ser libre, pero acabas cada mes con el agua al cuello, igual no era libertad lo que montaste.
Esto puede ayudarte a salir de ahí. Solo si tú quieres: