Me escribe un alumno nuevo de la Mentoría.
(Los alumnos de la Mentoría son los únicos que tienen acceso directo a mí).
Tío inteligente, currando por cuenta ajena y con ganas de montárselo por su cuenta.
Nivelazo. Buena idea. Ganas.
Y un puto zumbido en la cabeza que no se calla.
—“Estoy todo el día haciendo cosas, Jordi, pero siento que no avanzo.”
Claro.
Porque el problema no es que trabaje poco.
Es que trabaja en cosas que no mueven nada.
Como tú, quizás.
Haces cosas. Tachas tareas. Abres pestañas.
Y te vas a dormir sin tener ni puta idea de si ha avanzado un centímetro.
Porque confundes estar ocupado con avanzar.
Ojo, no te digo esto para humillarte.
Todos hemos estado ahí y, el que diga que no, o miente o es un psicópata socialista.
Te lo digo digo porque es justo aquí donde empieza la libertad:
Cuando dejas de hacer cosas al tuntún y empiezas a decidir con criterio.
Porque hay un momento —si eres honesto— en el que lo sabes.
Sabes que no puedes seguir empujando un carro sin ruedas.
Que no es cuestión de más fuerza.
Es que el puto carro no va.
Por eso, en la lección de esta semana de la Mentoría (que te mando a tu Área Privada si entras antes del viernes a las 23:59) hacemos algo que nadie te obliga a hacer:
Un mapa personal de acción.
Propio.
No el tu influencer de Instagram.
El tuyo.
Basado en TU realidad.
¿Lo puedes sostener?
¿Lo puedes entregar?
¿Lo puedes defender con la vida que ya tienes?
Porque si no...
no es libertad.
Es una trampa que tú solito te has fabricado.
Y yo no estoy aquí para que te encierres más.
Estoy aquí para que pares, pienses, decidas y construyas un negocio que no te reviente por dentro.
Tú decides con qué negocio vas a dejar de jugar.
Yo me encargo de que lo construyas sin volverte a perder.
Porque esto no va de echarle más horas.
Va de decidir qué vas a vender. Cómo lo vas a entregar. Cuántas horas te va a ocupar. Qué puedes automatizar, delegar o directamente mandar a tomar por culo.
Nos vemos dentro.
Hoy empieza la poda.
MENTORÍA DE NEGOCIOS LIBRES — 75€/mes
PD**:** Por cierto.
Si no te gusta que te digan la verdad a la cara, ni entres.
Porque eso es exactamente lo que va a pasar cuándo entres y comencemos a trabajar juntos.
Pero si estás hasta los cojones de perder el tiempo, ya sabes dónde decidimos de verdad: