Te voy a decir una cosa.
Si no estás vendiendo, me da igual lo ocupado que estés.
En serio.
Me refiero a que veo a peña con la pizarra llena, diez Zooms al día, y la cabeza que parece un festival y, aún así, están perdiendo el tiempo.
Porque si no hay ventas, no hay negocio.
Insisto:
Sin ventas, no hay negocio.
Hay hobby, hay autoengaño, hay mareo…
pero no hay avance.
Hay negocio imaginario.
Y ojo, que no te lo digo desde la torre de marfil.
Te lo digo porque yo también estuve ahí, haciendo mil cosas… para no hacer la que toca.
Tocando la web, apuntando ideas, cambiando los colores, pensando en lanzar…
Pero sin lanzar nada.
¿Y sabes cuál es la prueba más clara de que no estás listo para vender?
Que no puedes escribir una simple carta de ventas.
Solo eso.
Una.
Es algo que te recomiendo que hagas.
Abre un doc, una libreta, una servilleta… lo que tengas a mano.
Y escribe la carta de ventas de lo que sea que quieras vender.
Eso te dará muchísima claridad.
Ojo, no te digo que la publiques, ni que se la envíes a nadie.
Solo digo: escríbela.
En la carta explica:
qué vendes,
para quién,
cómo funciona,
cuánto vale,
y cómo la vida de tu cliente mejorará tras pasar por ti.
Y si no puedes hacer eso, no tienes una oferta.
Tienes un batiburrillo mental que suena guay… pero no vende.
Pues justo para romper ese bucle grabé este inédito material llamado Prototipo Salvajemente Rentable.
Un taller de 1h, 18 minutos y 10 segundos donde te explico cómo sacar tu primera oferta mínima viable, con estructura, claridad y sin fumadas de marketing de los que no saben de marketing.
Me refiero a que de ti depende lanzar esa idea que te ronda por la cabeza o meterla de nuevo en el cajón.
Te lo digo porque si te pillas PSR antes de mañana a medianoche, te reviso personalmente tu prototipo por escrito.
O sea:
Tú haces el trabajo.
Y yo te lo afilo.
Aquí lo tienes:
PROTOTIPO SALVAJEMENTE RENTABLE + MI REVISIÓN — 35€
PD: Si valoras que dedique mi tiempo a revisar personalmente tu idea y te pase mi feedback por escrito, debes entrar antes de mañana a medianoche.
Luego, ya no te dedico mi tiempo.
Son mis costumbres y hay que respetarlas: